El Dos de Mayo

Pocas fechas significan tanto en la historia de España como el Dos de Mayo. En este episodio recordamos la revuelta contra el invasor francés, un cuadro famoso y, también, el final del rey impostor, también conocido como Pepe Botela.
Adelantamos que no le fue mal.

Unos invasores extranjeros, una obra maestra y un rey al que le fue muy bien en el exilio.


Héroes anónimos frente a mamelucos

En 1814, el año en el que finalizó la Guerra de la Independencia contra el ejército de Napoleón Francisco de Goya y Lucientes terminó dos obras maestras.

El tres de mayo en Madrid, también conocido como los fusilamientos del 3 de mayo o los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío y El 2 de mayo o La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol.

Goya echaba la vista atrás, a 1808, para plasmar en sendos lienzos dos hechos del inicio de esa guerra contra el invasor francés.

Esta semana se cumplen 213 años del evento histórico que narra, en pinceladas sueltas, el drama del 2 de mayo de 1808 en el corazón de Madrid. Y esa efeméride nos sirve para preguntarnos qué nos dice el cuadro La carga de los mamelucos en la puerta del Sol, quiénes eran los mamelucos de su título y qué pasó con los personajes principales de esta historia.

Los mamelucos cargan contra el pueblo de Madrid. Foto de Creative Commons.

Bienvenidos a Calendario de historias. Soy Ana Nieto y volvemos a citarnos en este podcast semanal de Audire para dar un repaso a la historia, a recordar a los personajes que la protagonizaron y ver lo que nos queda de ello hoy.

Cuando Goya pintó el Dos de Mayo ya sabía cómo acababa la Guerra de la Independencia: con la derrota francesa. Decidió fijar en el recuerdo, mediante dos cuadros, los eventos del comienzo de la contienda.

Los del Dos de Mayo responden al frenesí que se desató en Madrid el lunes de esa fecha, el dos de mayo de 1808 en la Puerta del Sol.

Lo que ocurrió ese día comenzó a las afueras del Palacio Real. La familia real española se encontraba casi al completo en Francia, bajo control de Napoleón.

Una nueva orden exigía la salida hacia Francia de la infanta María Luisa y el Infante Francisco de Paula, los únicos miembros de la familia real que permanecían en España.

El pueblo de Madrid reaccionó a esa orden de Napoleón y trató de evitar que se subiera al carruaje el infante, de 13 años y de quien se rumoreaba que no era hijo del rey, sino de la reina y de Manuel Godoy, el favorito real.

Ahí se produjeron los primeros insultos, los primeros disparos, los primeros muertos.

La noticia se propagó y grupos de madrileños, de toda condición social, salieron a la calle para confrontar a los franceses.

Un grupo se reunió en la Puerta del Sol. Hacia allí se dirigieron las tropas extranjeras que consiguieron cercarlos.

Entre las tropas francesas se encontraban, con casaca azul, la caballería ligera polaca, los dragones de la emperatriz, vistiendo casaca verde y un yelmo de cobre con penacho rojo. Y también acudieron los mamelucos.

Los mamelucos eran apenas 240 mercenarios egipcios que viajaron a Europa acompañando al Ejército Oriente francés cuando en 1801 regresó a Francia. Uno de sus líderes llegó a ser guardaespaldas de Napoleón y llegaron a España acompañando a su cuñado, Joaquim Murat. Se les reconocía fácilmente por sus vestimentas orientales y sus cimitarras.

Goya retrató en un gigantesco lienzo al óleo de 2,66 m x 3,45 m el estremecedor encontronazo entre un tumulto de madrileños, entre los que no se identifica ningún héroe individual, y el ejército francés, en el que el protagonismo lo asumen los mamelucos y los caballos árabes que montaban.

Recurriendo a pinceladas sueltas y teniendo como fondo la silueta de Madrid Goya pintó cuchillos y sables. Cuerpos en el suelo y sangre. Un torbellino de ira, frenesí y muerte. Incluso de locura.

La barbarie de la guerra.

Después de esa escena que Goya congeló en el tiempo, en la vida real siguió un día de confusión, furia y violencia, con el conflicto extendido por toda la ciudad y el intento fútil de defensa del cuartel de Monteleón y la muerte de dos héroes militares: Luis Daoíz y Pedro Velarde además de incontables héroes anónimos.

En la madrugada del día siguiente la violencia culminó con la matanza del 3 de mayo. Goya pintó magistralmente en el inmenso lienzo al óleo del mismo nombre el fusilamiento que tuvo lugar en Príncipe Pío, pero también hubo ejecuciones en el Paseo del Prado y la Puerta de la Vega.

El cuadro parece dividido en dos secciones diagonales. A un lado, en una fila ordenada, el pelotón de fusilamiento francés. Predominan las sombras, los marrones, los grises. Es la tiniebla.

En la otra sección: los condenados a muerte distribuidos sin orden. Personajes anónimos que representan al pueblo. Entre ellos, Goya pintó con trazos gruesos a un hombre arrodillado que levanta los brazos en cruz. Viste una camisa blanca. Es la inocencia.

Y al fondo, la montaña de Príncipe Pío recortada contra un cielo oscurísimo, sin luna ni estrellas. Un firmamento en duelo.

Una obra maestra.

¿Y qué pasó con los protagonistas de esta historia?

Empezamos por el cuadro: La Carga de los Mamelucos en la Puerta del Sol o simplemente, El Dos de Mayo. Este fue uno de los cuadros que durante la Guerra Civil se sacaron de El Prado.

Una odisea que los llevó primero a Valencia y luego a Cataluña acabaron en Suiza antes de regresar a España. Pero de ese viaje El Dos de Mayo no salió indemne. Ni tampoco su cuadro “hermano” El Tres de Mayo.

El camión que los transportaba chocó a la altura de Benicarló, y un balcón se les cayó encima. El Dos de Mayo perdió dos pequeños trozos en el lado izquierdo y sufrió diversos cortes.

Al llegar al castillo de Perelada se procedió a su reentelado y en los siguientes años se realizaron labores de conservación.

Habría que esperar al presente siglo a que el Museo del Prado acometiese la limpieza en profundidad y restauración del cuadro que incluyó la reintegración de las zonas perdidas en el accidente.

Un último apunte sobre estos cuadros. Varios estudiosos de Goya señalan que posiblemente Goya pintó cuatro cuadros sobre los eventos del 2 y 3 de mayo de 1808. Según estas teorías habría uno sobre las revueltas frente al palacio real y otro sobre la defensa del cuartel.

Francisco de Goya, falleció a los 82 años en Burdeos.

Se le enterró en la cripta de un amigo y sus restos se trasladaron a España décadas más tarde. Aunque no todos. Nunca apareció su calavera.

Hoy, los huesos de Goya sin su cabeza descansan en San Antonio de la Florida, una iglesia madrileña que debe sus fantásticos murales al pintor aragonés. A escasos metros de su tumba, en el cementerio de San Antonio de la Florida, descansan los restos de los 43 patriotas fusilados por los franceses el 3 de mayo y que Goya pintó en su obra maestra del mismo título.

En recuerdo de esos dos días de mayo de 1808 que sacudieron Madrid, un barrio recuerda con su nombre a Manuela Malasaña, una adolescente de 17 años asesinada.

Se discute si Manuela estaba ayudando a su padre a cargar un fusil para disparar a los franceses o si su delito fue portar un arma. El arma sería unas tijeras que llevaba con ella porque trabajaba como bordadora.

A quien no le fue mal fue a José Bonaparte, por unos años rey de España y Nápoles. Después de la derrota de su hermano Napoleón, José se exilió en Estados Unidos.

Compró Point Breeze, una finca enorme y lujosa en el estado de Nueva Jersey.
La casa llegó a considerarse como una de las más espectaculares de Estados Unidos, siendo superada en metros cuadrados solo por la Casa Blanca.

Contaba con vastos jardines, túneles para transportar mercancías desde el muelle a los almacenes, 12 millas de caminos para carruajes, puentes e incluso, un lago artificial de media milla de largo por el que navegaban barquitos en forma de cisnes.

Ya anciano regresó a Europa donde falleció.
Hoy recordamos 1808, el año de los eventos pintados por Goya en El Dos de Mayo:

En España 1808 fue un año movidito. En Aranjuez, un motín popular tomó la casa de Godoy, el favorito real y una conjura aristocrática, con el apoyo del clero y del príncipe heredero, forzaron la abdicación de Carlos IV, en favor de su hijo Fernando VII. Pero de esa vez, al nuevo rey el título le duró poco. Padre e hijo viajaron a Francia, mientras Napoleón impuso a España un nuevo monarca: su hermano José, conocido popularmente como Pepe Botella.

En Portugal a principios de ese año la familia real junto con otros 15.000 aristócratas y funcionarios llegaron a Brasil huyendo de los franceses.

Por su parte, Napoleón obligó a adoptar apellidos a los judíos franceses y a los de Wesphalia, un reino por él inventado y para el que nombró como rey a su hermano Jerónimo.

Al otro lado del Atlántico, en EE.UU. se prohibió la importación de esclavos.
Y de nuevo en Europa, Beethoven estrenó la Quinta Sinfonía en un concierto en Viena que dirigió personalmente. Esta sinfonía tardaría 30 años en ser interpretada en España.

Y terminamos el programa de hoy con una frase que Goya pronunció cuando ya había cumplido los 80 años:

“Todavía estoy aprendiendo”.

Este episodio ha sido una producción de Audire Podcast, esto es María Luz Rodríguez desde Ourense y yo, Ana Nieto, desde Brooklyn. Si les gustaría que dedicásemos un programa a un evento o personaje en particular, por favor, contáctenos por correo o en redes sociales, en nuestra web encontrará toda la información.

Hasta la semana que viene. Cuídense.

Música Aser Rodríguez y EpidemicSound
Producción de Audire Podcast
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